Creo que todos los que somos padres hemos vivido alguna situación de "mentirijillas" a través de nuestros pequeños, eso me ha inducido a escribir sobre la sinceridad y las mentiras. Leí sobre el tema, porque la primera mentira trivial me preocupó, por si seguía la situación, y estos consejos que os doy a continuación me sirvieron para que no volviera a suceder. Con un poco de paciencia y sentido común ayudaremos a nuestros hijos a ser más sinceros en su vida.
Valoramos en general muy negativamente la mentira. Pero, si analizamos la sociedad comprobaremos que es algo ampliamente extendido, y en uso en todos los ambitos sociales. La visión que se tiene de la mentira es más un como "un pecado", que un comportamiento que podemos educar y corregir. La sinceridad y la mentira son dos caras de la misma moneda y debemos hacer más esfuerzos en fomentar la sinceridad y procurar que los niños aprendan a decir la verdad, que en obsesionarlos con la mentira.
Aunque un niño de 6 a 8 años aprox., ya ha superado la diferencia entre decir la verdad y mentir. A menudo utiliza este recurso, para "salir del paso", raras veces lo hacen por el mero hecho de mentir o de hacer daño. Las situaciones frecuentes que nos encontramos son para evitar un castigo, echándole la culpa a otro, para no asumir responsabilidades o para no molestar a una tercera persona. No tienen la intención de engañar.
Para educar al niño en la sinceridad, hay que seguir algunas pautas generales. Una de las más importantes es no llamarle mentiroso, porque no sirve de nada y resulta injusto e incorrecto. Pués estamos invitándole a que piense que tiene que cambiar.
Otra pauta importante es educar con el ejemplo, no debemos mentir delante de él. Sin darnos cuenta lo hacemos, al teléfono, con los vecinos y amigos, enfermedades y trabajo, y ellos lo captan con mucha facilidad, sin que nos demos cuenta del error.
Frente a las mentiras mas simples, lo más práctico es ignorarlas, y seguir educando en la sinceridad. Aunque hay que hacerle ver que no mentir es importante, lo más importante es que entienda que siempre le creerán si es sincero. A veces no podemos pasar por alto las mentiras mas triviales, y entonces podemos pedirle que actúe de forma adecuada, sin ensalzar la mentira. Por ejemplo si sale del baño con la cabeza seca, y le preguntamos que si se la ha lavado, lo que tenemos que hacer es decirle que lo vuelva a hacer, porque lo ha hecho mal, e invitarle a repetirlo.
Es mas complicado cuando nos enfrentamos a mentiras graves, sobre temas peligrosos o importantes. En estos casos existe una regla de oro: "Falta confesada, mitad perdonada". Nosotros debemos utilizar el recurso de decirle que es importante que nos lo diga, que saben que no va a pasar nada, como mucho reparar lo que haya hecho. Por supuesto hay que cumplir siempre, sea cual sea el problema. Es la clave, porque así dira siempre la verdad.
El reconocimiento de la mentira debe ser a solas, no en público, para evitar la humillación del niño. Y siempre utilizar tonos firmes y serenos, que ponernos histéricos o perder los papeles. Es importante recordar siempre que estamos educando para el futuro con teorías y para el presente con acciones.
Espero que os sirva para fomentar la sinceridad en vuestro hogar. Mi madre siempre me decía que "la mentira tiene las patas muy cortas" o "se pilla antes a un mentiroso que a un cojo", y ¡que razón tenía!.
Nines Mandiatoys.
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