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miércoles, 12 de mayo de 2010
Colaboracíon de los niños en las tareas del hogar
Tengo una amiga que tiene seis hijos. En un hogar con tantos niños, es muy común que todos, desde muy pequeños colaboren en las tareas del hogar. La frase: "Se van educando unos a otros", tiene mucho de cierto. Ya que con tantos niños, es normal que los mayores impongan reglas a los pequeños, y que se ayuden los unos a otros. Pero no es la tónica general. Actualmente muchas familias, tienen dos o tres hijos. Con lo cuál, es más dificil que desde pequeños se les eduque para colaborar en casa, porque al ser menos su colaboración ya no es tan necesaria. Llegado este caso es mas fácil, que dediquen su tiempo a otras actividades.
Un niño de 6 u 8 años, está perfectamente capacitado para poder hacer pequeñas tareas, que aunque por costumbre las haya hecho siempre, a partir de ahora tienen que ser por obligación. Dichas tareas como recoger su plato y vaso, prepararse su ropa para el colegio, meter la ropa sucia en el cesto, poner la mesa,..., las pueden llevar a cabo perfectamente, y harán que aumente su autoestima, y son muy necesarias para su desarrollo personal.
Este proceso es formativo. Se trata de que aprendan a ayudar y a tener sus propias responsabilidades, cómo un miembro más de la familia. Y se aprenden mejor, si se practican primero cómo algo natural, y se razonan después. De forma secuenciada, constante y gratificante. El plan de trabajo tiene dos componentes básicos: uno de preparación para los padres, y otro de supervisión del niño.
Tenemos que empezar con tareas sencillas. Procurar tenerlo todo previsto, para que sea fácil, y se pueda hacer sin complicaciones adicionales. Hay que elegir con cuidado, según las características del niño y las circunstancias del entorno. Es bueno planificar con lógica frases como: "después de"; por ejemplo "debes recoger tu escritorio". Para el niño es menos complicado y se organiza mejor con rutinas, más que marcándole horas.
Al principio es importante que sean pocas tareas. Porque el objetivo es la educación, nunca la productividad. Hay que alentar al niño y felicitarlo, para que el proceso sea efectivo, tranquilo y hacerlo bién. Se trata de una cuestión de actitud, y no de razonamiento. Exigir poco es más beneficioso, y nos hará llegar a nuestro objetivo final más facilmente.
La constancia es fundamental para el éxito. Hay que ser paciente, pués si no dejamos al niño terminar, porque es lento, o porque lo hace mal, y acabamos resolviéndolo nosotros, no le haremos ningún favor y no le estamos enseñando nada de provecho para el futuro. Lo que sí podemos hacer, es corregir si que nos vea, por ejemplo: si hace la cama mal, estirarla mejor nosotros, cuando ya no está en la habitación, pero nunca delante del niño. Con el tiempo irá mejorando.
Al principio estas responsabilidades, generarán quejas, y más trabajo para nosotros, que ayuda. Pero al final nuestra tarea se verá recompensada, y nos ayudará a prevenir problemas futuros. Si un niño tiene obligaciones en casa, desde pequeño, al llegar a la adolescencia ya estará acostumbrado, por lo que si añadimos otras nuevas no nos presentará problemas. Porque entrar en dicha edad sin haberlas tenido, nos resultará una labor ardua y nos puede estropear la armonía familiar.
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